COVID-19 Stories
Represión en Periodo de Alarma: El Caso de Nuria Obono Ndong Andeme
Placido Mico

(Malabo Abril, 20, 2020) He quedado muy impresionado por la reacción pública, ante las cámaras de televisión, del ministro de Sanidad y Bienestar social contra la enfermera Nuria Obono Ndong Andeme, su detención en la comisaría de policía y su fulminante ingreso en la cárcel de Black Beach ordenada por el juez Honorio Ndong Obama. Este tipo de atropellos arrolladores contra los derechos más elementales de las personas me revuelven la conciencia y me producen un profundo y sentido rechazo y condena, por las razones que recojo en este texto, con el que quiero expresar mi compasión, simpatía y solidaridad con la victima de esta injusticia, para la que pido que recupere lo más pronto posible la libertad y demás derechos conculcados.

El audio de Nuria

La transcripción literal del audio de la conversación privada entre Nuria Obono Ndong Andeme y una amiga suya es la siguiente:

“Ay! mi Elali, aquí nos tienes a nosotros muertos aquí. Ya que dicen que un enfermo de coronavirus está aquí ingresado en la UCI de la Paz, un filipino. Dicen que le llevaron a Loeri Komba (hospital) y le hicieron la prueba dos veces y salió negativa. La tercera prueba es la que dio positivo. Resulta que todo el personal de la UCI está en cuarentena a partir de hoy. Ya han llevado a las de Juliana, acabamos de salir ahora de una reunión; el doctor Irwing ha convocado una reunión para tomar medidas de… como sabes. Resulta que el hospital de que hablan que está en Sampaka y que todo está preparado, ni oxígeno tienen, tu no lo puedes imaginar; resulta que el UCI de allí no funciona, el oxígeno no funciona. Así nos ha dicho doctor Irving que llegaron allí ayer y no hay nada. Pero en la tele dicen que está preparado que hay un hospital para ellos. Solo rezamos a Dios para que nos ayude, pue, si sigue así, una persona en la uci solo existe el hospital de la Paz, es donde estamos todos. Mira a ver que a las de Juliana si que han llevado a la cuarentena y mira que, Juliana y yo subimos al mismo autobús, subimos (compartimos) mi coche, tomamos el mismo ascensor; vamos a su casa y todo… De esa reunión salimos ahora, fíjate a ver chica. En la tele dicen otra cosa. Sólo se animan por cosas como esas de que ‘algunas personas han renunciado al pasaporte guineano y todo’, pero en la tele no pueden decir que en el hospital al que dicen que llevarán a los enfermos del coronavirus no tiene oxígeno, entonces si un hospital no tiene oxígeno de que le sirven hablar por la tele”.

Las consecuencias: un grave atropello a los derechos humanos

Este audio es del 14 de abril. El 15 de abril, Nuria ya estaba detenida, y llevada a prestar declaración ante el ministro de Sanidad y Bienestar social, donde fue abroncada, intimidada, amenazada, humillada y tratada como “enemiga de la patria” conducida al hospital de Sampaka para ver el “oxígeno” que el ministro prometió meterle en la boca. Pasó la noche en detención en “Guantánamo”. A día siguiente, 16 de abril, el juez del Juzgado de Instrucción nº1 de Malabo dicta un Auto en el que “decreta por esta causa la prisión provisional comunicada y sin fianza de doña Nuria Obono Ndong Andeme”.  Y manda su ingreso en la prisión de Black Beach. La actuación del juez es incalificable. Dicta un auto que no es firme y lo ejecuta de inmediato. No practica ninguna diligencia y sólo habla del atestado de la policía sin hacer mención alguna de alguna actuación de la policía y, por supuesto, no necesita plantear o formular pregunta alguna a la entidad en la que supuestamente se hubiera producido la conducta delictiva.

Lo que se ha hecho y se está haciendo con la señora Nuria Obono Ndong Andeme es una grave violación a sus derechos individuales y a la legalidad vigente en Guinea Ecuatorial. Constituye una grave injusticia y una descorazonadora arbitrariedad. El daño que con esa actuación se inflige a la víctima va muchos más allá de la esfera individual de la “presa” de turno y pasa a ser una preocupante manifestación del grado de intolerancia y de persecución ya no solo del derecho a la libertad de expresión, sino simplemente la represión bruta y descarnada de cualquier manifestación incluso privada que difiera o contradiga la versión oficial de los voceros de la dictadura.

A quién ofende el audio

En la transcripción del audio de Nuria Obono Ndong Andeme no encuentro por ninguna parte, como sí, al parecer, lo hacen otros, elemento alguno que pueda ser ofensivo ni mucho menos constitutivo de un delito de injurias o de revelación de secretos. Acusaciones que son ridículas y delirantes.

En el referido audio se mencionan sólo a tres nombres: Elali, la destinataria del audio; Juliana, de la que dice que ha sido puesta en cuarentena, y el doctor Irwin, del que se dice que convocó la reunión para informar de la situación de contagio de un enfermo ingresado la UCI, y de la supuesta falta de oxígeno y no funcionamiento de la UCI en el hospital de Sampaka. Se hace referencia a un filipino y sus pruebas de coronavirus y su ingreso en La Paz. No se da su nombre. No se cita ni se habla de Salomón Nguema Owono, ni del ministro o Ministerio de Sanidad, ni se menciona al Gobierno ni a ninguno de sus miembros. La señora dice que “hablan en la tele”, no hay persona alguna, física o jurídica, que puede atribuirse tal expresión “hablan en la tele” como identificativa de su persona. Nadie. En la tele habla mucha gente, y sobre el hospital de Sampaka también ha hablado y habla mucha gente en la tele: ciudadanos de a pie, periodistas, médicos, pacientes, donantes… Sólo que ninguno de ellos ha hablado de que no hay oxígeno y la UCI no funciona. Entonces el problema está en el hecho de que la víctima del atropello haya dicho que “no hay oxígeno”.

Conviene decir y subrayar que, aunque se hubiese mencionado el nombre del ministro de Sanidad o se hubiese hablado del Gobierno o de cualquiera de sus miembros o representantes, no cambiaría absolutamente nada en el planteamiento que hacemos, dado que en el audio transcrito no se injuria ni se ofende a nadie. Todos sabemos lo que es injuriar, ofender a alguien; se hace con descalificaciones y juicios de valor que atentan y hieren directamente la dignidad, el honor y la buena reputación de una persona.

El audio de la señora Nuria es ejemplo de un hablar respetuoso, correcto, de alguien que está bien educado (algo que últimamente no abunda en nuestra sociedad), en el que no hay ningún solo insulto, descalificación ni siquiera un taco o palabra malsonante, como diría algún defensor de la dictadura.

Divulgación de secretos: una patraña

La actuación del Gobierno como cabeza de la administración pública, y en los demás niveles de la misma, es pública. La publicidad es el principio y la regla. Por eso las normas y decisiones del gobierno y sus órganos han de ser públicos y son publicados en diferentes instrumentos o medios. Para que un tema sea clasificado “secreto” el órgano competente, presidente de la República o Consejo de ministros lo ha de “clasificar” como tal. Nunca he oído y nunca se me hubiera pasado por la cabeza, que la existencia o no de oxígeno en un hospital podía ser “un secreto”. Parece una broma, pero eso es lo que sostienen los que han encarcelado a Nuria.

En este punto como en los anteriores no se precisa de un análisis legal o jurídico, sino solo del sentido común; aunque dicen que el sentido común es el menos común de los sentidos; pero y, sobre todo, se precisa tener el sentido de la justicia, diferente de las ganas de venganza y de aplastamiento a supuestos enemigos del poder imperante.

El oxígeno es una sustancia, un gas que necesitamos en la sangre para las funciones del organismo, y que naturalmente obtenemos del aire que respiramos. Si nos falla la respiración puede fallar la llegada del aire a los pulmones y del oxígeno que sacamos de él, a la sangre. Por eso en los hospitales se necesita disponer de oxígeno, para atender a enfermos con problemas de insuficiencia respiratoria. Los enfermos de la Covid 19 pueden llegar y llegan en muchos casos a necesitar oxígeno, porque esa enfermedad ataca precisamente nuestros pulmones. Sin embargo, en muchos de nuestros hospitales no hay oxígeno, y mucha gente muere por la falta de oxígeno y, cuando lo hay, hay que pagar su suministro antes de ser atendidos, y si no tienes dinero, te mueres. Pero la sangre es todavía más necesaria para el ser humano. Algunos enfermos suelen necesitar de transfusiones de sangre. Por eso en los hospitales se quiere que haya bancos de sangre, pero en nuestros hospitales generalmente no los hay y a los enfermos se les suele mandar buscar a algún pariente o conocido, que pueda donar la sangre.

Es decir que, en nuestros hospitales, hablar de la existencia o de la falta de oxígeno o de la sangre para transfundir a enfermos es algo común, corriente, tema diario de conversaciones, de enfermeros, médicos, directores de hospitales que informan la mayoría de las veces para decir que no hay oxígeno o que no hay sangre para donar. Según los que han encarcelado a Nuria, todas las personas que alguna vez han hablado de la falta de sangre o de oxigeno en un hospital del país, deberían estar en la cárcel.

Pero también el personal sanitario y responsables de la sanidad del país y el público en general acostumbramos a señalar públicamente otras carencias o faltas de material e instrumentos diversos en los hospitales. No hay escáner ni rayos X en tal cual hospital, no hay gasa o esparadrapo en tal o cual centro sanitario, no hay inyecciones contra el tétano, no hay, no hay… ¿Desde cuándo esta información, estas denuncias, estas carencias de siempre han pasado a constituir “secreto profesional o de estado”? Nunca.

Pero pasa exactamente lo mismo en todos los demás sectores de las administraciones públicas. En la enseñanza se denuncia la falta de libros de texto. ¿Los que lo digan públicamente o en privado a partir del caso de Nuria ya podrán ser encarcelados por revelación de secretos de oficio? Qué absurdo. Y si algún profesor de la UNGE se le ocurriese decir que no tienen laboratorios o que están mal equipados o insuficientemente dotados… directo a Black Beach. ¡Qué barbaridad! Y cuando falte gasolina o gasoil en las estaciones de servicio y alguien lo comente, directo a Black Beach… Este es el modelo de país que algunos están empeñados en que debe ser Guinea Ecuatorial.  

Pero si la existencia o la falta de oxígeno en el hospital de Sampaka es un secreto, ¿qué espera el juez que ha encarcelado a Nuria para encarcelar al ministro de Sanidad y Bienestar Social que llevó allí las cámaras de la televisión para filmar las bombonas de oxígeno existentes, llenas o vacías (no se sabe) revelando de este modo a todo el público nacional e internacional, tan importante secreto de Estado?

Otro extremo del audio da cuenta de un infectado de coronavirus en la UCI y de la puesta en cuarentena de las personas que sin saberlo le habrían tratado y en consecuencia haber tenido contacto con él. Entre esas personas esta su amiga Juliana, con quien ha compartido muchos “espacios comunes”. Esta información no es ningún secreto profesional, sino el compartir una legitima preocupación por la salud de uno. No puede ser secreto de ningún tipo ni lo es, algo que todos los días vemos en todos los países del mundo a través de los medios de comunicación, el relato de los contagiados por el coronavirus, su ingreso en los centros hospitalarios, tratamiento, recuperación… Pero el ministerio de Sanidad y Bienestar Social de Guinea Ecuatorial viene emitiendo comunicados sobre los sospechosos de la Covid 19 sometidos a análisis, los casos positivos, su nacionalidad, edad, centro de internamiento… ¿Podría ser secreto una información que se difunde por los medios de comunicación sociales?

Protección del secreto de las comunicaciones privadas

El audio de Nuria podía haber sido grabado para ser publicado por las redes sociales y, ello no hubiera alterado ninguno de los puntos de vista sostenidos hasta esta parte. Pero resulta que, cualquier persona que haya escuchado o escuche el audio, está claro, sin duda de ningún tipo, que se trata de una conversación entre dos personas, entre Nuria y su amiga, a la que cuenta su preocupación por lo que le pueda pasar, en lo que le afecta el caso del filipino que ha dado lugar a la puesta en cuarenta de su amiga Juliana. Teme que le pueda tocar.

Ante un hecho tan simple y evidente, pretender que se trata de una publicación de mentiras dirigidas a la comunidad internacional contra el gobierno del país, es simplemente una malintencionada tergiversación; muy típicas y abundantes del tiempo del régimen de “triste memoria”. Espiar conversaciones privadas, o difundirlas sin el consentimiento del emisor, si su contenido fuera ilícito, a lo que da lugar en un supuesto Estado de Derecho, es a la protección de la víctima, que en el caso que nos ocupa es Nuria y, a la persecución, si este fuera el caso, de quién difundió una conversación privada sin el consentimiento del o de los protagonistas. Pero en lugar de proteger a Nuria, el régimen le ha mandado a la cárcel, con el apoyo y aplausos de algunos ideólogos de la dictadura.

Una de las cosas que nos ha recordado el atropello contra Nuria es que Guinea Ecuatorial no es un Estado de Derecho y que la dictadura imperante en país va de mal en peor. Lo que ha pasado a Nuria le puede pasar y de hecho va pasar a cualquiera de nosotros. Las dictaduras extremas no se conforman con reprimir y abolir la libertad de expresión y de prensa, como actualmente viene ocurriendo en nuestro país, sino que, suelen pasar a espiar, controlar, interferir e interceptar, por medios ilegales, las comunicaciones privadas, para revelar su contenido y con el descubrir a los enemigos del régimen, para tratarlos como “personas anormales y enemigos de la patria” y darles su merecido, que puede ser la marginación social, el destierro a campos de concentración o de reeducación, la pérdida de empleo, la detención, la tortura, la cárcel y hasta la muerte. Antes de que la gente dispusiera de los medios de telecomunicación de que actualmente disponen, las comunicaciones las personas separadas por la distancia se producían mayoritariamente por carta. En las dictaduras, la interceptación de estas cartas privadas constituía una tarea fundamental para el control y la represión social. Cuando la gente dejaba de escribirse, por miedo a que la carta escrita pudiese terminar en manos la “policía política” del régimen, ésta recibió la misión de ir apostándose en las puertas o paredes de las habitaciones de los hogares tanto de día como de noche para captar las conversaciones entre los miembros de las familias o entre amigos, para formular las correspondientes acusaciones mediante las “famosas” octavillas.  Este trabajo de espiar las conversaciones privadas para descubrir lo que piensa y dice la gente para proceder a su enjuiciamiento político y posterior represión se está haciendo ahora con las conversaciones telefónicas y más particularmente las de whatsapp, por ser mensajes escritos o en audios. Eso es lo que ha llevado a Nuria a la cárcel, una nueva vuelta de tuerca de la dictadura, cuyo objetivo no es solo Nuria sino toda la sociedad.

Represión en lugar de información: una mala solución contra la Covid 19

Los defensores del encarcelamiento de Nuria Obono Ndong Andeme entre otras aberraciones han afirmado que “Una persona normal no puede apoyar las declaraciones de doña Nuria Obono Ndong, a sabiendas de que es una funcionaria civil del estado”.

Esta escueta y aseverativa frase es una expresión del entendimiento de la vida en una dictadura. Es decir que, ante un hecho o situación, sólo cabe un punto de vista, el del poder y, los que piensen o vean las cosas de otro modo, no sólo no están en lo correcto, sino que padecen de una patología psíquica, como es el ser “anormales”. Una vez clasificada la gente entre personas normales y anormales, en este último caso sólo por el hecho de tener una opinión diferente a los poseedores de la verdad oficial, que son los que detentan el poder del Estado, el paso siguiente suele ser decidir el “tratamiento” que hay que dar a los clasificados como anormales; que suele ser el de la condena a la marginación, ostracismo, campos de reeducación, detención, encarcelamiento y muerte.

No conozco a Nuria, ni sé nada de ella que no sea lo que le ha pasado tras hacerse público el audio de su conversación privada con una de sus amigas. No sé si es o no funcionaria del Estado. Por lo que espero que ese desconocimiento me libre de ser tratado de anormal, por defenderla y solidarizarme con su causa. Nuria Obono Ndong Andeme no ha hecho ninguna declaración ante persona alguna ni ante ningún público, tampoco ante una autoridad judicial o administrativa. Nuria estaba conversando con una amiga. El que no lo ve es porque no quiere; es porque es un defensor de prácticas represivas y totalitarias. Defensor de la injusticia y de las violaciones a los derechos y libertades fundamentales de las personas.

En Guinea Ecuatorial y en otros muchos países, la condición de funcionario público, se adquiere no por el lugar o entidad en la que se trabaja, sino por un acto formal de la autoridad competente, a modo de resolución, que resulta de la conclusión exitosa de un procedimiento de ingreso legalmente establecido, por la que se nombra a una persona como funcionario, y que se perfecciona con el acto de la toma de posesión del puesto de trabajo. En una misma entidad pública, del tipo que sea, un hospital o un centro de enseñanza, puede haber personal, médicos o docentes, algunos funcionarios y otros no. Entre las personas que sirven en la función pública los hay que son funcionarios y otros que son personal contratado. Afirmar que alguien es funcionario por el mero hecho de trabajar en una entidad pública es simplemente un disparate.

Si Nuria Obono Ndong Andeme fuese una funcionaria del Estado, seguiría igualmente contando con mi apoyo y solidaridad. Pero me inclino por pensar que ella no es funcionaria. Si fuese funcionaria y hubiese cometido una infracción de las recogidas en la ley de funcionarios civiles del Estado, no estaría en la cárcel dado que ninguna infracción administrativa se sanciona con pena de cárcel. Las infracciones administrativas no son delitos. Afirmar que Nuria debe estar en la cárcel por violación de alguna infracción administrativa como funcionaria, es un disparate, una aberración y una arbitrariedad. A los funcionarios se les sanciona por las infracciones administrativas que pudiesen cometer, siguiendo un procedimiento legalmente establecido, que es la instrucción de un expediente disciplinario, que se inicia mediante el dictado una providencia de la autoridad competente, con la designación de un funcionario instructor, que luego de un procedimiento contradictorio, con audiencia de la persona afectada concluye con una propuesta con los cargos retenidos, si los hubiera y la sanción correspondiente, la cual  ha de ser comunicada a la persona afectada para la presentación de las alegaciones que estime oportunas, y al final, la autoridad competente impondrá o no la sanción que crea procedente. La sanción así dictada será recurrible. Pero en el caso de Nuria, del día 15 que se le convoca ante el ministro al día 16 que es encarcelada, en Black Beach, no media instrucción de procedimiento disciplinario alguno.

Si lo que pretendemos es inventar contra Nuria Obono Ndong Andeme un inexistente delito de revelación de secretos de Estado, entonces caemos directamente en el campo de ridículo y del absurdo. Una persona que no es depositaria de secretos del Estado, nunca puede revelarlos. Si algún secreto de Estado hubiese llegado al conocimiento de Nuria, entonces había que buscar al depositario, a la persona responsable de la guarda del referido secreto de Estado, que es quien debiera responder de su divulgación. Por esta vía llegaríamos al absurdo, de que la existencia o no de oxigeno medicalizado en un hospital constituye un secreto de Estado. Lo cuál solo cabe en un régimen como el de triste memoria. Vemos muchas veces a los responsables de Sanidad recibiendo artículos destinados a los hospitales en el aeropuerto de Malabo y revelando ante las cámaras el contenido y las cantidades de lo que llega; y si es un secreto de Estado que no puede ser revelado, entonces ¿habría que proceder contra esas personas y encarcelarlas?

Funcionaria o no, Nuria no ha cometido ni delito ni infracción administrativa ni falta laboral de ningún tipo. Ella se ha limitado a mantener una conversación con una de sus amigas y eso es un derecho que nos asiste a todos los guineanos, el poder mantener libremente nuestras conversaciones privadas sin intromisiones de ningún tipo y sin que lo que digamos en las mismas pueda ser objeto de violación ni por el gobierno ni por los particulares.

Además, en estos tiempos de angustia, zozobra y de preocupación por la pandemia del coronavirus, lo que debe hacer el Gobierno y las autoridades sanitarias en particular no es reprimir las opiniones u observaciones de la población a la hora de señalar las deficiencias, carencias y las cosas que no funcionan en nuestro sistema sanitario, sino todo lo contrario, debe prestar un atento oído a esas llamadas de atención, criticas o advertencias para, en la medida de las posibilidades, proceder a su subsanación.

(Incluso no son capaces de hacer cumplir las medidas que ellos mismos dictan: se ha visto acumulaciones de gentes en entierros, fiestas, ya no digamos las acumulaciones en los lugares públicos como mercados, sin que los agentes de seguridad intervengan para hacer que se guarde las distancias mínimas).

Debemos preguntarnos y las autoridades sanitarias nos tienen que responder, si hay o no oxigeno y en qué cantidades, si hay camas en las UCI, cuántas hay y en qué hospitales, si son suficientes o no; lo mismo que la población debe saber si hay respiradores o ventiladores artificiales, en qué cantidades y en qué establecimientos y  hasta qué punto serían suficientes o no; si hay personal capacitado en número suficiente para cubrir las demandas de asistencia que se puedan atender, llegado el momento; si los centros hospitalarios de los distritos tienen un equipamiento mínimo y personal para atender un cierto nivel de casos o de complicaciones en el caso de que en sus localidades apareciesen personas con síntomas y/o dónde habría que dirigirlos en su caso; cómo habría que proceder para los entierros en los casos de fallecimientos por el coronavirus, si llegasen a producirse; si el personal de los centros hospitalarios de los distritos, no solo el de Sampaka, disponen de equipos de protección básicos… Éstas y otras muchas cuestiones son las que el gobierno y las autoridades sanitarias deben ir informando a la población en lugar de pretender acallar a la gente con amenazas, intimidaciones y encarcelamientos, incluso del personal sanitario, como es caso Nuria Obono Ndong Andeme para la que pedimos su inmediata puesta en libertad e incorporación a su puesto de trabajo.

No es aceptable y por ello resulta insoportable que mientras estamos angustiados y llenos de miedo por los estragos que en forma de enfermedad y muerte pueda causar la Covid 19 entre nosotros, el gobierno añada la represión, el maltrato, las amenazas intimidaciones y encarcelamientos sólo por hablar. O sea que el Gobierno o algunos de sus representantes pretenden que si tenemos que enfermar y morir, lo hagamos callados, sin preguntar ni exigirle nada. Un sanitario de Bata, que hizo un comentario sobre el primer caso positivo en dicha ciudad, origen de los contagios locales allí producidos, en el sentido de que, si dicha persona se hubiese quedado en cuarentena en Malabo de regreso de un viaje del extranjero, nos hubiéramos ahorrado dichos contagios locales, así como la puesta en cuarenta de muchas personas en relación con dicho caso. La reacción fue la detención, la humillación pública, la obligación de pedir perdón y una querella interpuesta contra él. Pero nada se dijo ni se hizo contra los que no cumplieron con su deber, y permitieron el desaguisado. El entrenador de la selección nacional de fútbol, por comentar que el número de casos positivos de la Covid 19 (entonces una decena), que manejaban las autoridades sanitarias, podría ser muy inferir al real, fue igualmente llevado a desdecirse en público, amenazado, vilipendiado y acusado de injerencia en los asuntos internos del país. En lugar de pensar que en todos los países es así, el número de casos oficiales es inferior a los reales más en un país como el nuestro donde sólo se habían realizados unas 53 pruebas. Finalmente, el caso de Nuria Obono Ndong Andme, que ha sido injustamente encarcelada, por decir que les había informado que no había oxígeno en el hospital de Sampaka, en lugar de informar a la población sobre la disponibilidad de dicho oxígeno no sólo en dicho hospital sino también en los demás, como los generales de Malabo y Bata, el de Mondong así como en otros. Lo que hicieron fue hacerla “comer el oxigeno” de Sampaka y luego llevar a Black Beach.

Este no es el camino para luchar y vencer a la Covid 19. Reprimir y encarcelar a la gente no es unir a la sociedad. El gobierno debe parar, rectificar y poner en libertad a Nuria Obono Ndong Andeme y reincorporarla en su puesto de trabajo, como primer paso.